Una
tienda, un saco, poca ropa y mucha energía. Con esto y poco más llegan miles de
jóvenes a la estación de tren de Montblanc para pasar tres días instalados en
lo que podría ser un pequeño campo de refugiados y compartir sus primeras
experiencias al son de la música de la Acampada Jove.
Con un calor propio de las fechas en que se celebra, pudimos disfrutar de bandas ascendentes como Bongo Botrako o La Pegatina, junto con figuras más consolidadas (así quieren que se les llame en lugar de viejos), como Reincidentes o Dr. Calypso entre otras. El festival sirve también de trampolín a formaciones menos conocidas y que a menudo son una agradable sorpresa.
A pesar
de algún pimpollo con walkie talkie, pudimos colarnos en el backstage y tuvimos ocasión de
entrevistar a algunas de las bandas. Lo mejor, además de las cervezas y del
aire fresquito del camerino, fue darse cuenta de lo mucho que tienen que decir
y del buen rollo necesario para pasar días enteros metidos en la furgo y no
morir en el intento. Los viajes forman parte de una banda e incluso cuándo
terminan los conciertos algunos de ellos se juntan para ir a descubrir lugares
que, con la prisa del calendario, se quedaron con ganas de ver.
Eso nos
dio que pensar y aprovechamos para hacer un poco de turismo gastronómico antes
de recoger el campamento y entre monasterios del Cister y campos de viña,
disfrutamos de unos buenos cargols a la llauna, carnes a la brasa y todo mojado con un buen
porrón de vino de Sarral. Tomando el café en la terraza, pudimos ver la
estación llena de mochilas y cuerpos tumbados, casi sin fuerzas pero con un
montón de recuerdos para ordenar mentalmente en el tren de regreso.
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